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M. DE MONTSERRAT OLIVERAS: "HABLEMOS DE PEDAGOGÍA"
Maria de Montserrat Oliveras Ballús (*)
Colegiada número 1923Collbató, 26 de mayo de 2020
Los aprendizajes tipo «learning by doing» adoptan una dimensión que, bien gestionados desde la pedagogía, permiten que el alumnado desde su autoconocimiento pueda asumir un rol activo y comprometido con aquellos objetivos educativos ideados para desarrollar competencias y habilidades.
Si
comprendemos que la pedagogía en época de confinamiento continua siendo un compromiso basado en el conocimiento, la estima, la ilusión... tenemos que entender que el hecho pedagógico por educar en una realidad compleja
continúa siendo la de ofrecer herramientas y estrategias al alumnado, para que sean capaces de continuar dibujando desde el confinamiento su futuro. En este sentido, a pesar de encontrarnos en un momento crítico, es importante tener claro que es primordial respetar y querer con pedagogía la herencia sociocultural del país; y seguramente más que nunca, es preciso focalizar una mirada abierta a nuevas vías de conocimiento, de acuerdo con los Derechos Humanos y con el compromiso de ayudar a desarrollar la persona irrepetible que ya es todo alumno. Por todo esto, posiblemente es un buen planteamiento focalizarnos en el parecer que el confinamiento nos puede ofrecer una continuidad en innovación pedagógica y también (-¿por qué no?) el renacimiento de una práctica educativa en el siglo XXI. ¡De hecho ya he escuchado voces que lo difunden a los cuatro vientos!
A parte de esto, se hace evidente en estos momentos de confinamiento, que el transcurso natural de la vida empuja a las familias a continuar desarrollando su rol en el crecimiento de niños/as y adolescentes desde un cierto aislamiento y de una idiosincrasia particular que les conduce con intensidad a la toma de decisiones con un profundo sentido común. De manera paralela se hace evidente la necesidad de aquella mirada psicopedagógica y pedagógica que siempre considera fundamental (-¡con o sin confinamiento!) situar los rasgos propios de cada alumno como punto de partida, porqué no nos podemos permitir ninguna renuncia para querer al alumnado. La persona que ya es todo alumno no es una cifra estadística sino una persona única e irrepetible. Es esencial conocer, educar, instruir, motivar y definitivamente querer al alumnado tal y como es; y esto incluye el acompañamiento de su familia que también es particular e incomparable.
En cuanto al aprendizaje y a la instrucción durante el confinamiento podemos situar al alumnado, como en otras ocasiones, ante el peligro de saber mucho de nada, por eso continua siendo necesario llegar al conocimiento científico con actitud, rigor y método. No se ha de dejar nada al azar, porqué se ha de ayudar a desarrollar a personas
competentes, con competencias y habilidades acordes a sus posibilidades reales. Y, si tenemos siempre presente (-¡como no debería ser de otra forma!)
que el alumno sea motor de la propia educación, la realidad del confinamiento también nos permitirá respetar la iniciativa del alumnado, una calidad en si misma que hace posible que los profesionales del mundo psicoeducativo conozcamos más y mejor a nuestros alumnos (-¡quienes son y como son cada uno de ellos!)
para poderlos ayudar y guiar en todos los sentidos de acuerdo a su sociograma, capacidades, intereses, necesidades, etc. A la vez que
aprendizajes tipo «learning by doing» adoptan una dimensión protagonista que bien gestionados desde la pedagogía permiten que el alumnado desde su autoconocimiento pueda asumir un rol activo y comprometido con aquellos objetivos ideados para desarrollar competencias y habilidades, que van desde su propia creatividad y pensamiento reflexionado. En este sentido, en cuanto a la tarea pedagógica de
valoración y evaluación para la mejora de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, el confinamiento también nos permite que esta sea orientadora, un acto educativo con el objetivo de mejorar procesos y ayudar al máximo al alumnado (-¡nunca como acto sancionador!).
De otra manera (-¡seguro que podemos coincidir!) tener que asumir una situación real como la del confinamiento también enseña a razonar, a pensar... favoreciendo una educación creativa ante un mundo en constante cambio. Cada nueva situación que la vida ofrece (-¡estoy convencida que el confinamiento lo es!)
permite plantear a los alumnos una experiencia irrepetible y, por tanto,
seguramente siempre se hará necesario dar respuestas antes desconocidas, junto con unos valores morales imprescindibles, para qué el alumnado pueda llegar a ser personas libres; entendiendo que estos valores han de ser
principios universales que permitan construir una convivencia feliz y deseable basada en el respeto, la generosidad, la responsabilidad, el
compromiso, la tolerancia, etc.
El confinamiento también es una oportunidad única que beneficia el autoconocimiento y permite profundizar sobre uno mismo, imprescindible para tener un buen «know-how» que dará seguridad personal y, por tanto, más estabilidad emocional en el recorrido vital de la persona.
Finalmente enfatizar que el confinamiento gestionado desde una mirada
psicopedagógica y también desde el mundo educativo nos garantiza una caminata colaborativa con las familias que certifica transparencia en el acompañamiento, intervención, asesoramiento orientación... y acredita un
servicio esencial por el bien común de una sociedad que necesita más que nunca el «saber ser, saber hacer, saber estar y saber» de unos profesionales que
vocacionalmente siempre han estado comprometidos en todo aquello que favorezca el desarrollo de la persona y su propio sociograma.
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Fecha de publicación: 27/5/2020