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EVALUACIÓN EN SEPTIEMBRE
EVALUACIÓN EN SEPTIEMBRE (1)
JORDI VILADROSA I CLUA
Colegiado núm. 37
Lleida, 18 de Junio de 2011
Los medios de comunicación hacen eco de si es acertado el hecho de volver a hacer exámenes de recuperación dos meses después de haber acabado el curso. La Consellería de Ensenyament ha decidido de nuevo volver a contar con esta posibilidad ante el elevado índice de fracaso escolar que sufrimos en comparación con otros paises y ante el hecho que un número considerable de estudiantes catalanes obtiene el graduado en secundaria obligatoria sin haber aprobado la totalidad de las asignaturas, amparados en leyes como la LOGSE y su sucesora, la LOE de 2006. Estas leyes, es necesario admitirlo claramente, nos han llevado a la cota más elevada de abandono del sistema educativo por parte del alumnado de dieciséis años, en especial de los chicos. Con toda seguridad que si el fracaso hubiese sido femenino, ya habríamos hecho no sé cuantas leyes para tratar el tema con la dosis necesaria de discriminación positiva a favor de ellas.
La medida, pero, no cuenta con un apoyo unánime: Francesc Imbernon (UB) piensa que podría ir bien a aquellos alumnos que les quedan dos o tres asignaturas pendientes en Junio: para Enric Roca (UAB) podría suponer un segundo fracaso si los alumnos suspendidos no salieran adelante; entre los profesionales de secundaria también hay opiniones diversas. Sea como sea, el error sería seguir haciendo lo mismo o pensar que con unos cuantos cambios normativos, el problema quedará resuelto. La responsabilidad no es solo del sistema educativo formal, sino de las familias, del entorno social y de los medios de comunicación. Como decía el presidente Obama en su último discurso a la Nación, “sólo los padres pueden asegurar que se apaga el televisor y se hacen los deberes” y que “el éxito no es una cuestión de fama o de relaciones públicas, sino de esfuerzo y disciplina”.
Soy de la opinión que la medida no se puede basar en la convocatoria extraordinaria de un examen a principios de Septiembre y aprobar a quien lo supere o dejar suspendido a quien no consiga la suficiencia. Hace años que se apostó por la evaluación continuada como medida para certificar los aprendizajes y yo soy partidario. Pero no encuentro tan lógico celebrar a primeros de mes de Junio una junta final de evaluación continua y quince días después convocar unas pruebas extraordinarias para cerrar el proceso, com se está haciendo ahora en la ESO y en primero de bachillerato. No es en un solo examen que se debe comprobar si se han conseguido y en qué grado los contenidos y las competencias básicas, sino que los instrumentos de evaluación deben ser diversos, aplicados de forma racional durante el proceso de aprendizaje y su peso ponderado ha de ser coherente con la metodología de trabajo de cada centro escolar y sus respectivas concreciones curriculares. Debería haber pasado a la historia que con un solo examen se pueda aprobar una evaluación y, menos todavía, una asignatura entera. Cualquier actividad que se haga en clase puede ser utilizada con una finalidad evaluadora.
La segunda oportunidad que podría dar la recuperación de Septiembre debería ir acompañada necesariamente de una guía de trabajo autónomo o guiado, en función de los casos, en la que se concretaran claramente los objetivos pendientes de conseguir, los contenidos a trabajar, las actividades que se deberína llevar a cabo para alcanzar estos aprendizajes, los recursos necesarios y la propuesta de un calendario de trabajo razonable. Para poder hacer las pruebas de recuperación debería ser imprescindible entregar todo este material, en soporte papel o electrónico, como un e-portafolios, defender oralmente la tarea realizada y llevar a cabo algun tipo de tarea que vaya más állá de la repetición memorística de unos conceptos y que forme parte de la programación didáctica de la asignatura suspendida. El resultado de este proceso debería tener un valor determinado en el conjunto de la evaluación de la materia como un paso más, diferido en el tiempo, de la evaluación continua propia del curso escolar ordinario. Se trata de facilitar a aquellos alumnos que tienen un ritmo de aprendizaje más lento que pueden dedicar más tiempo a unas asignaturas concretas en exclusiva. Con alguien al lado que les facilite este refuerzo, por supuesto.
Soy consciente, para acabar, que la medida no resolverá los casos de alumnos descolgados del sistema, los que arrastran grandes déficits instructivos o los casos graves.
Pero las medidas a tomar para dar respuesta a estas tipologías y problemáticas merecen un debate a parte.
(1) El artículo puede ser reproducido siempre que se cite la fuente y el autor.
Fecha de publicación: 28/6/2011