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PATRICIA RODRIGUEZ MANZANO: "CUANDO TRES NO SON MULTITUD" EN HABLEMOS DE PEDAGOGÍA
Cuando tres no son multitud: familia, escuela y pedagogía *
Patrícia Rodríguez Manzano**Col·legiada núm. 2450
Comissió Pedagogia Social
Girona, 16/02/2024
Tengo muchas preguntas y pocas respuestas: que esto sirva como un aviso al lector/a, ya que no sé si en este artículo encontraréis certezas o si simplemente servirá como una especie de diario de navegación en un mar de dudas.
¿De quién depende la educación de los niños/as y adolescentes? ¿Qué agentes entran en juego? ¿Qué papel tiene la familia? ¿Qué es la escuela y cuál es su función actualmente? ¿Por qué ahora nos atrevemos a cuestionar a los profesionales de la educación?
Los resultados PISA no han hecho más que acentuar una crispación generalizada en torno a qué está fallando en la educación, poniendo el foco en estas y otras cuestiones. Si bien nadie se atrevería a aportar soluciones a la ligera en ámbitos como, por ejemplo, la medicina o la seguridad ciudadana, cuando hablamos de educación, los límites de lo opinable se desdibujan.
La respuesta a estas preguntas no son fáciles y tampoco únicas, no son matemáticas exactas. Una posible respuesta tendría que ver con que quizás la sociedad tiene una visión muy estrecha de lo que es la educación y de qué instituciones la representan. "La educación" se encuentra en las páginas de un libro, pero también en el acompañamiento y la intervención. Se puede recibir directamente de la enseñanza de un maestro o maestra, y también de una abuela que cuenta una historia a su nieta, o que la reprime por cruzar un semáforo sin mirar a ambos lados. "Educación" no solo es saber escribir correctamente, sino también conocer, aceptar, regular y gestionar las propias emociones. Como profesionales no debemos eludir la importancia de esos aprendizajes que ofrecen las personas cercanas, como tampoco debemos obviar las etiquetas que desde la propia familia se generan hacia los niños/as, muchas veces desde la inconsciencia. Los niños/as y adolescentes no son una pizarra en blanco cuando entran por la puerta de la escuela, sino que la mochila ya está cargada de personalidad, experiencias, inquietudes, miedos y preferencias.
Por todo, está claro que debemos hacer una apuesta segura por vincular a las familias en los procesos educativos formales e informales de nuestros hijos e hijas. No lo digo yo, lo dice una extensa bibliografía, alguna compartida al final de este artículo.
La familia es el núcleo primario de la infancia, el primer espacio de socialización, autoimagen y autorregulación. La escuela no puede ni debe estar desconectada de sus necesidades e inquietudes, ya que desde el punto de vista educativo y sistémico, los progenitores están antes que los/as maestros/as, y ese orden no lo podemos cambiar porque sería una transgresión de los límites. Esta comunión entre escuela y familia serviría para acercar posturas, principalmente porque los progenitores confían en que este será un espacio para el aprendizaje y el crecimiento de sus hijos e hijas.
Quizás aquí entraría la necesidad imperiosa de la figura del pedagogo/a. Al contrario de lo que se cree ampliamente, la función de la pedagogía no se basa en teorizar, sino en crear y forjar vínculos donde no los haya, fortalecerlos donde flaqueen y/o redefinirlos cuando los cambios sociales empujen a la necesaria evaluación de los mismos. Hablar de pedagogía es hablar de una profesión con un objetivo determinado: luchar, promover, construir desde la educación donde se requiera.
La escuela existe porque es una necesidad social, y estas necesidades han ido cambiando y evolucionando con el tiempo (a veces de forma rápida y abrupta), habiendo demandas aún confusas y por construir. Así, se trata de ampliar las posibilidades de cooperación, ya que escuela y familia comparten objetivos comunes vinculados a los compromisos con la infancia y con su bienestar. Se deben encontrar las complementariedades y complicidades ante una responsabilidad común, intentando no delegar ni substituir los posibles déficits del otro. La función social del pedagogo/a se entrelaza con su función inherente dentro del ámbito educativo. Reconocer y promover este papel implicará el acompañamiento en la construcción de una escuela donde se vele por la calidad educativa en todos los amplios sentidos de lo que la educación de la infancia y adolescencia conlleva.
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* BibliografiaCollet, J., y Tort, A. (Noviembre, 2011) Famílies, escola i èxit. Millorar els vincles per millorar els resultats. Informes Breus Fundació Jaume Bofill, 35, 23-69.Rosario, R., Mourão, R., Núñez, J.C., González-Pienda, J. y Solano, P. (2006). Escuela-Familia: ¿es posible una relación recíproca y positiva? Papeles del Psicólogo, 27, 171-179. Recuperado de: http://www.cop.es/papeles.
Vallejo, A. y Mazadiego, T.J. (Julio-Septiembre 2006). Familia y rendimiento académico. Revista de educación y desarrollo, 5, 55-59.
** Patrícia Rodríguez Manzano, Llicenciada en Pedagogia, Membre de la Comissió de Pedagogia Social del COPEC.
Fecha de publicación: 16/2/2024