INICIO > Generación conocimiento > Hablemos de Pedagogía
¿POR QUÉ LA LENGUA Y LA ESCUELA NO SE TOCAN? UNAS REFLEXIONES DE PEDAGOGO
¿POR QUÉ LA LENGUA Y LA ESCUELA NO SE TOCAN? UNAS REFLEXIONES DE PEDAGOGO
Xavier Ureta Buxeda[i]
Colegiado núm. 974
Vilafranca del Penedès, febrero de 2018
Los que de la inmersión lingüística dicen que es adoctrinamiento tendrían que decir que es oportunidad por la cohesión y el ascensor social. Un modelo de éxito construido por una sociedad consciente de la realidad lingüística del País, por la buena praxis de maestros, pedagogos... con aval de universidades catalanas y de alrededor del mundo.
Para doblegar la voluntad y la libertad de un pueblo que siente nación, los que gobiernan el Estado español (y los que ansían hacerlo), una vez más ─como tantas otras a lo largo de nuestra historia─, apunta a la radicalidad de este sentimiento de pertenencia: la lengua. Regularmente, ya lo hacen con la cultura, manteniendo un misterio que para Catalunya, y por otras contrariedades del Estado, no tiene ningún sentido, porque no se puede hablar en propiedad de una cultura netamente “española”.
Como que estos días ya se ha hablado bastante de los indicativos que demuestran que el modelo lingüístico de Catalunya es un modelo de éxito, al final de este escrito solamente dejaré unos enlaces para quien quiera una información más detallada. Solamente reafirmar que es un modelo construido, a lo largo de casi 40 años, por el conjunto de una sociedad consciente de la realidad lingüística del País, por su buena praxis de maestros, pedagogos y otros profesionales, con el aval de las más prestigiosas universidades, tanto catalanas como de alrededores.
En esta breve reflexión, hablaré como pedagogo desde mi propia experiencia, primeramente la familiar y principalmente de la escolar.
Mi abuelo paterno vino a Catalunya, a principios de los años 20 del siglo pasado, procedente de un pequeño pueblecito de la provincia de Burgos. Con pocos años, pasó de ser un simple trabajador en una empresa textil a ser copropietario. A los nietos, él nunca nos habló en castellano, ni tan siquiera a su hijo (mi padre). Se apropió de la lengua porque tenía claro que solamente así podía ser alguien en la sociedad en la que acababa de aterrizar. Aún recuerdo que se ponía de muy mal humor cuando alguno de mis hermanos más pequeños hablaba en castellano a una señora que venía a hacer labores del hogar a nuestra casa.
Cuando me hice mayor, ya profesional de la educación, el ejemplo de mi abuelo me sirvió, intuitivamente, para incorporar a mi pensamiento pedagógico una cosa que era muy evidente: los humanos aprendemos las lenguas de forma natural, y mucho más todavía de niños. También constaté, sobre el terreno, que es necesaria una lengua de referencia, y que ésta tenía que ser la que se desprende de la cultura que nos rodea, por razones obvias: la educación, el aprendizaje son sin duda un hecho social y cultural.
A lo largo de mi vida profesional, por mi condición de pedagogo ─por aquella injusticia de la ley educativa para la que no tenemos una calificación específica para ejercer como maestros en la escuela ─, al principio tuve la suerte que me asignasen tareas de profesor de lengua catalana, cuando nadie sabía suficiente. Esta responsabilidad me comportó no solamente tener que estudiar nuestra lengua ─porque a mí se me negó cuando yo iba a la escuela ─ sino, a lo largo de mi carrera, a interesarme y profundizar en los aspectos sociológicos, psicológicos y, hasta neurológicos, del aprendizaje de las lenguas, además de la didáctica específica.
Así pues, he podido observar como los niños aprenden las lenguas de forma natural. Solamente, eso sí, es necesario utilizar el método adecuado, basado principalmente en la educación de la escucha y del habla. Demasiado veces enseñamos al alumnado a leer y a escribir, cuando en la vida tendrán que escuchar y hablar. Parafraseando a un buen amigo experto enseñanza de lenguas, el profesor Antoni Pascual, una lengua, en este caso el catalán, no se tiene que aprender para hablarla sino hablarla para aprenderla.
En los últimos años, con la importante incorporación de alumnado de otras lenguas diferentes a las románicas, vi de primera mano que, cuando hay voluntad/necesidad de comprenderse, la lengua pasa de ser una asignatura para ser un vehículo necesario de comunicación. Los buenos maestros nunca lo han perdido de vista. No tienen que ser ahora los políticos los que cambien el orden natural de las cosas, y todavía menos de las bases científicas del aprendizaje de las lenguas en un contexto plurilingüe.
Como decía hace pocos días el exconsejero de Ensenyament, el Honorable Ernest Maragall, no es de recibo inventarse una fractura social a causa del modelo lingüístico de escuela catalana, para poder hacer creer que hay una fractura social. Es irresponsable y peligroso. Con esta propuesta que el Gobierno de España ha puesto encima de la mesa, todo aquel alumnado venido de fuera, a los que hemos tenido la oportunidad de ayudarlos a aprender, apropiarse y querer nuestra lengua, con razón nos podría recriminar que, desde la escuela no hayamos lo hayamos hecho. Es verdad que hay un buen número de ciudadanos que han renunciado al uso del catalán, pero lo han hecho libremente, sabiendo que lo conocen y lo poden utilizar cuando lo necesiten.
Por todo eso, me asquea cuando siento a estos políticos que llaman a la inmersión lingüística adoctrinamiento, cuando tendrian que decir que es una oportunidad por el reconocimiento, la cohesión y el ascensor social. Solamente la ignorància, la mala fe o la arrogància, explicarían estas intenciones políticas foragitadas. ¿O tal vez se trate de una lucha por la supremacia entre dos partidos que se disputan el poder? Eso, además de una tontería, sería perpetrar un genocidio cultural en toda regla, en beneficio propio.
Para acabar, recomiendo estos enlaces. Seguramente el lector podría sugerir muchos más.
Fecha de publicación: 19/2/2018