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AHORA ES HORA DE HABLAR DE LO QUE NOS RODEA

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AHORA ES HORA DE HABLAR DE LO QUE NOS RODEA

Jaume Sarramona López [i]

Colegiado núm. 120

Bellaterra, septiembre de 2017
 

Cuando se buscan justificaciones para defender que la escolarización sea obligatoria, el principal argumento que se puede utilizar, y casi el único, es la preparación que la escuela proporciona para ser ciudadano, entendido como la preparación para convivir de manera democrática con los que no se comparten lazos de tipo familiar ni del grupo social más próximo

Esto lo consigue la escuela en la medida que permite y fomenta la convivencia entre alumnos de procedencias familiares diversas, a los que les une el respeto a unas normas sociales y políticas comunes, materializando así lo que se ha llamado “segunda socialización”, que supera y amplía la primera, proporcionada por el núcleo familiar y social más próximo Esta socialización pasa por el conocimiento de los antecedentes históricos y el conjunto de elementos que constituyen la cultura del país donde se sitúa la escuela, sin olvidar de ampliar el horizonte más allá, hasta el conjunto del mundo, que hoy nos afecta a todos a causa de la globalización. 

En la escuela, por lo tanto, se le encarga la responsabilidad de formar a los futuros ciudadanos, que deberán convivir en un contexto de democracia de participación plena y responsable, según los principios que rigen en el contexto social que vivimos. Al ser ciudadanos demócratas se  aprende conociendo y practicando los principios y normas que rigen en este contexto democrático, pero eso es necesario hacerlo partiendo de la realidad que rodea la escuela y que viven los alumnos. 

Una competencia que se propone el currículum de Catalunya en el ámbito de las Ciencias Sociales dice así: “Formarse un criterio propio sobre problemas sociales relevantes para desarrollar un pensamiento crítico”. Eso se podrá conseguir en la medida que la escuela haga eco de los problemas sociales relevantes, de los más próximos a los más alejados, pero siempre partiendo de aquello que los alumnos viven de manera más directa, sea personalmente o por los medios de comunicación. Es así que se justifica que el Departament d’Ensenyament diese al inicio del curso la directriz de tratar el tema del terrorismo vivido en Catalunya de manera tan sangrante, de la misma manera que se deberían haber tratado los terremotos de Méjico o los huracanes del Caribe, tanto desde la perspectiva gráfica como social. ¿Y qué decir pues, de la situación que se está viviendo en Catalunya, que afecta al conjunto de la vida ciudadana y llena los medios de comunicación de alrededor? ¿ Puede la escuela dejar de tratar un tema tan importante para la vida cotidiana y para el posible futuro de nuestro país? 

Alguien puede pensar que tratar esta cuestión es entrar en el terreno del adoctrinamiento. No tiene porqué ser así. Sin necesidad de entrar en el propósito de "catalanizar a los alumnos catalanes", cosa que es una tautología, es necesario informar de manera amplia y objetiva de eso que sucede para fomentar la capacidad de valoración personal en cada uno de los alumnos. Se adoctrina cuando se presenta la realidad de manera parcial o distorsionada, con la intencionalidad de condicionar el pensamiento de los otros en la linea pretendida; también cuando se presentan las cuestiones a tratar de manera indiscutible, sin dudas, sin admitir la posibilidad del debate. 

Los docentes de secundaria, también los últimos años de primaria, tienen ahora la obligación ineludible de tratar de situación que estamos viviendo en Catalunya, y deben de hacerlo de manera amplia y responsable, ofreciendo la información que haga falta para que los alumnos puedan reflexionar y formarse su propia opinión. Las familias seguro que ya están haciendo su papel, y a ellas no se les puede pedir el mismo nivel de información, de objetividad y de posibilidad que corresponde en la escuela donde, en principio, caben posicionamientos diversos frente a un mismo hecho o situación; ahora bien, nunca vulnerando los principios fundamentales de la democracia, que son presentes en la declaración Universal de los Derechos Humanos, por ejemplo.

Lo que no resulta de ninguna manera admisible es que las escuelas puedan estos días desarrollar su tarea informativa y formadora como en la calle no pasase nada, cuando los informativos de radio y televisión, los diarios, las paredes de las calles, las desfiladas y concentraciones de los diferentes grupos sociales, llenan los espacios, posicionándose frente unos hechos que, sin duda, afectan a la vida cotidiana y, más que posiblemente, en el futuro de nuestro país. De ninguna manera se podrá decir que se prepara para la vida presente y futura si la escuela no introduce esta vida en su actividad. Que lo haga de manera respetuosa con la diversidad de criterios, al tiempo que fomenta la capacidad de posicionamiento personal de los alumnos, entra dentro de la actuación que es necesario pedir a los profesionales de la educación. Y esto lo tienen que saber sin renunciar a sus propios criterios, pero velando para que los alumnos puedan formar su manera reflexionada y libre. Esto es educación en el sentido lleno de la palabra.



[i] Doctor en Pedagogía, Pedagogo y Maestro. Profesor del doctorado de la UNIR. Profesor de Pedagogía en la Universitat de Barcelona y en la Universitat Autònoma de Barcelona. Catedrático de Universidad desde el 1983. Entre el 2006 y el 2014 Catedrático Emérito de la Universitat Autònoma de Barcelona. Presidente del 1r Consejo Social del Col·legi de Pedagogs de Catalunya. Autor de innumerables publicaciones sobre pedagogía y educación. Se puede consultar su trayectoria pedagógica y educativa en www.sarramona.net

Fecha de publicación: 22/9/2017