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LA CONSIGNA ES INNOVAR...

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Jaume Sarramona López [i]

Colegiado núm. 120

Bellaterra, Septiembre de 2016


En ciencia conviven paradigmas diversos antes de que unos eliminen a los otros: un modelo substituye el anterior cuando es mejor no antes. Debemos innovar en propuestas pedagógicas y organizativas que se apliquen en las escuelas y en el sistema educativo, pero bajo condiciones. Diagnóstico previo, búsqueda de alternativas y control de aplicación son la garantía de que no nos dejaremos llevar por criterios de modas, disfrazadas de novedades pedagógicas.


Esta es la consigna generalizada que este curso impera en nuestro sistema educativo, envuelta de grandes declaraciones verbales, sin olvidar de mencionar el siglo en el que vivimos. Podrían preguntar: “¿en vuestra escuela no innováis?”, poniendo cara de sorpresa si la respuesta no fuese positiva. ¿No conviene reflexionar un poco sobre las proposiciones generalizadas en un ámbito tan complejo y serio como es la educación? Intentémoslo.

No hay duda de que el conocimiento avanza gracias a nuevas iniciativas que acaban siendo aceptadas por la comunidad científica. Pero hacer de la innovación una finalidad por ella misma solamente puede ocurrir en el ámbito de la moda, del consumo, donde se tiene que buscar la diferencia de manera constante para poder destacar de la competencia; en estos ámbitos la introducción de la diferencia respecto a lo ya existente es la forma que se aplica para estimular el consumo, y si uno no se quiere quedar con los productos pasados de moda, ya sabe qué debe hacer. En este contexto debemos situar a las escuelas, o bien en el del conocimiento científico, ¿dónde se adopta una nueva opción cuando se constata que supera claramente las anteriores? Alguien podrá recordar que en la ciencia también conviven durante tiempos paradigmas diversos antes de que unos no eliminen claramente a los otros, y es muy cierto, pero básicamente el esquema de funcionamiento es el comentado: un modelo substituye el anterior cuando es mejor, no antes.

Si la escuela cada vez pierde más peso como fuente informativa, su justificación pasa precisamente por garantizar aquellos conocimientos básicos y aquellas actitudes personales que permitan acceder y valorar las posibilidades que hay fuera de ella. Más que imitar lo que se encuentra fuera de la escuela, lo necesario es ofrecer precisamente lo que nuestra sociedad no ofrece masivamente: reflexión, capacidad de decisión, responsabilidad y conocimientos bien fundamentados. Un ministro ya dijo una vez que "los inventos con gaseosa", y en el caso de la educación, con prudencia.

Naturalmente que debemos innovar en las propuestas pedagógicas y organizativas que se apliquen en las escuelas y en el conjunto del sistema educativo, pero bajo dos condiciones de las cuales no se habla demasiado. La primera es la de determinar claramente en qué ambiente conviene buscar una alternativa que mejore la situación existente. Y esto supone hacer un diagnóstico de lo que va bien y de lo que no va tan bien en cada escuela, porque la respuesta no será la misma en todos sitios. Un centro tal vez debe mejorar la enseñanza de la lengua extranjera, otro la formación musical, otro la expresión lingüística,... La finalidad no debe ser innovar, sino mejorar y, por lo tanto, sin tener claro qué se puede mejorar no se puede poner en marcha una propuesta para conseguir esta mejora.

La segunda condición es que todo proceso de aplicación de una manera alternativa de mejora se debe hacer de manera controlada. ¿Qué quiere decir eso? Pues sencillamente que se debe velar porque la innovación (que tal vez no es tal para muchos) no perjudicará de ninguna manera a los alumnos implicados, y se verificará de manera objetiva que efectivamente consigue mejores resultados que la opción anterior. En definitiva, es necesario aplicar los principios y criterios de la evaluación en la situación que se quiere mejorar.

Volvamos al punto de partida. Siempre debemos querer mejorar la actividad educativa que se lleve a cabo en cada escuela y en el conjunto del sistema educativo, como pasa en la sanidad, la comunicación, la construcción,... y todo ámbito de actuación profesional. Pero ninguno serio se plantea innovar en las actuaciones que funcionan, y si lo hacen es bajo el principio de buscar una alternativa claramente superadora de la vigente. Diagnóstico previo de cuestiones mejorables, búsqueda de alternativas serias y de control de aplicación son la garantía de que no nos dejaremos llevar por criterios de simples modas, más o menos disfrazadas de novedades pedagógicas, y menos todavía supuestas soluciones que preparan la escuela para el siglo XXI. Esta preparación la debemos hacer día a día, dando respuesta a los desafíos de cada momento, porque ninguno sabe qué pasará y necesitaremos a lo largo del siglo. ¿Se imaginan a a alguien que a comienzos del siglo XX hubiese hecho una propuesta para preparar la escuela para todo aquel siglo?


[i]Doctor en Pedagogía, Pedagogo y Maestro. Profesor de Pedagogía a la  Universitat de Barcelona y de la Universitat Autònoma de Barcelona. Catedrático de Universidad desde el 1983. Entre el 2006 y el 2014 Catedrático Emèrito de la Universitat Autònoma de Barcelona. Presidente del 1º  Consejo Social del Col·legi de Pedagogs de Catalunya. Autor de innumerables publicaciones sobre pedagogía y educación. Se puede consultar su  trayectoria pedagógica y educativa a www.sarramona.net


Fecha de publicación: 30/9/2016