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Día de la Mujer Trabajadora


El COPEC se suma al Manifiesto Institucional del Día de la Mujer elaborado por el Institut Català de les Dones y, como corporación que recoge una profesión altamente feminizada como la de la pedagogía y la psicopedagogía, reivindica y pone en valor la gran aportación que hacen las mujeres a la sociedad.

 

Junta de Gobierno
8 de marzo de 2016


 


MANIFIESTO DEL DÍA DE LA MUJER  

 

8 de marzo de 2016

Declaración Institucional del Gobierno de la Generalitat

 

Otro año celebramos el 8 de marzo en un contexto totalmente nuevo. Por un lado, Catalunya ha iniciado un proceso político para preparar las bases de la futura constitución catalana, y lo ha hecho con el compromiso de llevarlo a a cabo de una manera democrática, masiva, sostenida y pacífica que permita el empoderamiento de la ciudadanía a todos los niveles y se base en una participación abierta, activa e integradora(*).

Por otro lado, finalmente disponemos de un marco normativo que establece y regula los mecanismos y recursos para hacer efectivo el derecho a la igualdad y la no-discriminación por razón de sexo en todos los ámbitos, etapas y circunstancias de la vida: la Ley 17/2015, del 21 de julio, de igualdad efectiva de mujeres y hombres.

Este nuevo contexto hace que la celebración de este Día internacional de las mujeres tome hoy una dimensión, si cabe, aun más significativa.

En 1791 Olympe de Gouges escribió su famosa Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, como reacción a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que solo reconocía la condición de ciudadanía a los hombres y dejaba a las mujeres en una manifiesta situación de inferioridad.

La Declaración de los Derechos de la mujer y la Ciudadana comenzaba con las siguientes palabras: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta.” Y su Artículo 1 establecía textualmente: La mujer nace libre y es igual que el hombre en derechos. Les distinciones sociales solamente pueden estar fundadas en la utilidad común”.

Más de 200 años después, el Parlament de Catalunya ha aprobado la Ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, fruto de un largo camino de las mujeres a favor de sus derechos y de su libertad; un camino que, nuestro país igual que en otros, se inició con la reivindicación histórica del movimiento de mujeres y del movimiento feminista. En un día como hoy no debemos pasar por alto que los avances conseguidos, después de mucho tiempo, son fruto, entre otras cosas, de la lucha y el esfuerzo de muchas mujeres. Mujeres que con su valentía y su sacrificio hicieron posible que las voces de todas y cada una de ellas fuese escuchada.

El preámbulo de la Ley 17/2015, del 21 de julio, de igualdad efectiva de mujeres y hombres comienza diciendo:

“El derecho fundamental de la igualdad de las mujeres y hombres constituye un valor principal para la democracia y es una necesidad esencial en una sociedad democrática moderna que quiere erradicar el sistema patriarcal, androcéntrico y sexista. Con el fin de que se cumpliese plenamente este derecho, no solo ha de ser reconocido legalmente sino que, además, se debe ejercer de una manera efectiva implicando todos los aspectos de la vida: políticos, económicos, sociales y culturales.”

Y más adelante dice:

“En definitiva, esta ley debe comportar un beneficio para todo el mundo, mujeres y hombres, ya que tiene que permitir construir nuevas pautas de relación entre hombres y mujeres, basadas en el respeto y en la equidad, y también contribuir y mejorar la sociedad y hacerla más democrática, justa y solidaria.”

Esta Ley se debe situar en el contexto de una transformación de las políticas públicas que tiene el objetivo de enmarcar normativamente la transversalidad de la perspectiva de género en todos los ámbitos, y que contribuirá a hacer posible el ejercicio de una democracia plena.

Transversalidad que es planteada como una herramienta que tiene que dar como resultado un cambio de modelos organizativos y unos nuevos valores que repercutan en la actitud de las personas y en las actuaciones de los actores políticos, económicos y sociales. Es necesario que, desde las instituciones, vayamos feminizando la sociedad, es decir, vayamos incorporando a las mujeres, sus aspiraciones, sus aportaciones y formas de hacer, su sensibilidad, al centro de la política.

Somos conscientes que la perspectiva de las mujeres tiene que ser tenida en cuenta, que no puede quedar invisible delante de a supuesta universalidad de lo que es masculino. Se tiene que reconocer el valor de aquello femenino, tradicionalmente menospreciado e ignorado por la esfera pública, que es donde se toman decisiones. Aquello femenino habla del bienestar de las personas por contraposición a la centralidad que ocupa el beneficio económico. Cuando una sociedad da importancia a aquello femenino, al bienestar de las personas, toda la sociedad gana.

Hemos avanzado en la transformación de los marcos legales, ahora disponemos de una Ley que nos aporta los mecanismos y los recursos para hacer efectivo el derecho a la igualdad y a la no discriminación de las mujeres.

Sabemos que las leyes son importantes, son básicas, pero también sabemos que tienen que ir acompañadas de transformaciones sociales y culturales que, a través de la reflexión y el compromiso, tanto a nivel individual como a nivel comunitario, nos permitan construir un imaginario colectivo que incorpore el reconocimiento de la experiencia y la profesionalidad femenina y feminista en todos los ámbitos. Porque las nuevas referencias de relación entre mujeres y hombres, tienen que ser referencias de relación basadas en el respeto de la diferencia entendida como un valor imprescindible. Porque no podemos olvidar que la identidad de género es una construcción cultural y social; que el cambio será fruto del trabajo y de la lucha de muchas mujeres por ser reconocidas en y desde su singularidad, sin ceder delante de los estereotipos de género; estereotipos que no contemplan la diversidad de las mujeres y representan una limitación en sus proyectos y deseos.

Llegar a esta visión de la sociedad es un proceso que requiere transformaciones. Se trata de ir deconstruyendo, poco a poco, las condiciones sociales y culturales determinantes de un sistema que concibe y explica el mundo manteniendo a las mujeres en el margen, y de ir avanzando, paso a paso, a una sociedad más justa y más libre para mujeres y hombres. Y esto es tarea de todo el conjunto de la sociedad, de las instituciones y también de la ciudadanía.

Desde el Gobierno de la Generalitat somos totalmente conscientes de esta realidad y por esto queremos expresar hoy públicamente nuestra voluntad de dialogar con las mujeres para conocer sus experiencias y reconocer su pericia y dar soporte al proceso de visibilidad de las aportaciones de las mujeres para conseguir, conjuntamente, proyectar nuevas miradas sobre el mundo y encontrar nuevas vías de transformación personal y colectiva hacia el respeto y la equidad.

Queremos también hacer público nuestro compromiso de impulsar y desarrollar el mandamiento que el nuevo marco normativo para la igualdad efectiva de mujeres y hombres nos da, y de hacerlo de manera coordinada y colaborativa con todas las instituciones y con todos los actores implicados.

Gracias a las luchadoras y luchadores del pasado, mujeres y hombres de hoy podemos vivir en libertad y decidir sobre nuestros actos como personas de pleno derecho. Gracias a las reivindicaciones de los feminismos y a las mobilizaciones de las mujeres que han precedido, hoy disponemos de las herramientas para seguir avanzando el camino hacia la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Porque este no es un camino finalizado, todavía nos falta mucho trabajo por hacer, muchos hitos por alcanzar tenemos que seguir avanzando.

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(*) Resolución 1/XI del Parlament de Catalunya, sobre el inicio del proceso político en  Catalunya como consecuencia de los resultados electorales del 27 de septiembre de 2015 Tram. 250-00001/11


Fecha de publicación: 8/3/2016