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PATIOS ESCOLARES ABIERTOS

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PATIOS ESCOLARES ABIERTOS:  ALLÍ DÓNDE LA ESCUELA Y EL ENTORNO SE ENCUENTRAN (*)


MIREIA CIVÍS ZARAGOZA
Colegiada núm.125
Barcelona, enero de 2013


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El artículo presenta una experiencia de abertura de patios escolares en horario extraescolar como una oportunidad de acercar la escuela al territorio y trabajar juntos para la mejora educativa de niños y niñas y jóvenes.


Lejos de querer tratar ninguna de las agresiones que sufre la escuela catalana hoy y la educación del país en términos más generales querría mirar hacia delante y enorgullecerme del buen trabajo hecho ahora y aquí. 

 

El otro día, mientras asistía a una jornada de la plataforma Edu21, se nos remarcaba como en nuestro país hay muchas cosas que hacemos bien hechas en educación. Y la verdad es que nunca he tenido ninguna duda. Tan cierto es que a veces la pifiamos como que a veces acertamos y pienso que no deja de formar parte de nuestra tarea pedagógica explicar cuando acertamos.

 

Sin duda las escuelas y la educación pueden acertar de muchas formas y para mí hay una que es fundamental: la de abrirse y acercarse al entorno. Si la escuela forma parte de un entorno y un contexto determinado no tiene ningún sentido trabajar solo puertas adentro, ajenos a lo que sucede puertas afuera. Es por esto que cualquier experiencia o iniciativa que facilite este tránsito me parece un gran acierto.

 

De entre las muchas iniciativas que podemos encontrar querría referirme a las experiencias de patios abiertos que bastantes escuelas de diferentes municipios llevan a cabo por el valor que tiene en el sentido apuntado. Se trata que escuelas o institutos dejen abiertas sus puertas en horario no escolar de manera que el patio de la escuela se convierta en un espacio más de uso para el barrio. Y supongo que no es dificil intuir que virtud tiene un gesto como este, ¿verdad? Efectivamente, tiene la virtud de poner al servicio de la población una infraestructura idónea para el juego, de generar un espacio de convivencia, de dar la oportunidad de tener un lugar de encuentro para niños y jóvenes, y de potenciar un tiempo y espacio de voluntad educativa más allá del horario escolar.

 

Ahora bien, ¿que nos hace decir que el patio se convierte en un espacio de convivencia o educativo? ¿El solo hecho de abrirlo garantiza que eso sea así? Pues cabe decir que en cierta manera sí, ya que el hecho que la escuela ceda sus espacios genera automáticamente actitudes positivas en relación al uso que tenemos que hacer de sus espacios, mejora los vínculos con la propia escuela y da una oportunidad de encuentro a niños y jóvenes que, en algun caso, pueden tener pocas posibilidades para encontrarse en otros espacios adecuados. Ahora bien, si además se trata de patios que se abren con vigilancia o incluso con monitores que dinamicen la actividad tenemos una clara oportunidad de potenciar e intensificar estas oportunidades que ya de por sí se dan.

 

Así, en algunas escuelas donde se abren patios fuera del horario escolar se cuenta con monitores que velan por las buenas relaciones entre los usuarios, que median en caso de conflicto, que hacen propuestas de juego y que, dado el caso, dinamizan la actividad que se da en el patio para todos aquellos que lo deseen. También se da la circunstancia que en determinados entornos estos patios se convierten en un muy buen espacio de detección de niños y jóvenes en situación de riesgo, hecho que posibilita también una intervención más a tiempo. Además, en los casos en que se desarrolla un trabajo conjunto entre la escuela y las dinámicas del patio abierto, una y otra pueden trabajar juntas para unos mismos alumnos y con unos mismos objetivos dando apoyo a la tarea que se hace en cada espacio.

 

Finalmente, y en aquellos casos en que se entiende la abertura del patio como una propuesta más en el marco de proyectos educativos de base comunitaria, donde la red socioeducativa del territorio trabaja conjuntamente, es claro que los patios abiertos son una oportunidad para trabajar la cohesión, la convivencia, los valores, las relaciones interculturales e intergeneracionales, etc. en el marco de un proyecto más amplio que será el proyecto educativo del territorio, de la comunidad o del barrio. En estas circunstancias el patio se convierte en un espacio de uso público donde entidades del barrio, agentes socioeducativos, niños y jóvenes, trabajan juntos entorno a unas mismas propuestas y objetivos. En estos casos los patios abiertos, en el marco de estos proyectos más amplios, suponen una contribución todavía más clara al éxito educativo de todas y todos los que participan.

 

Así pues, y volviendo al inicio, saber de experiencias que acercan la escuela al entorno y el entorno a la escuela es saber de experiencias que contribuyen a estender la acción educativa más allá de las paredes de las aulas, conectando la tarea educativa que los diferentes agentes (formales, no formales e informales) han de llevar a cabo. Se trata de experiencias que contribuyan a fortalecer los vínculos entre los diferentes actores y espacios educativos y que además fomenten la cohesión y el capital social de la comunidad. Experiencias que más allá de la optimización de recursos y el incremento de espacios de juego y encuentro saben reconocer en los patios abiertos un medio valuoso al servicio de un proyecto educativo de mirada amplia. Felicidades pues por la iniciativa y para todos aquellos que participan.


(*) El artículo puede ser reproducido siempre que se cite la fuente y el autor.

Fecha de publicación: 15/2/2013