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LOS PEDAGOGOS ANTE EL FRACASO. ¿ESCOLAR?

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LOS PEDAGOGOS ANTE EL FRACASO. ¿ESCOLAR? (1)


FRANCESC X. BALAGUÉ GEA
Colegiado núm. 42
Barcelona, Septiembre de 2011

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En una reunión presidida por el rector de una universidad catalana dió el siguiente dato que había conocido por un estudio:

Uno de cada nueve hijos de familias que los padres no tienen estudios universitarios estudia en la Universidad. Uno de cada dos hijos de familias que los padres tienen estudios universitarios accede a la Universidad.”

Este hecho, grave por si solo y por lo que representa del estado de nuestra sociedad, creo que requiere una reflexión de los profesionales de la Pedagogía y de la Psicopedagogía.

Si los datos a los que hizo referencia el rector son ciertos, significa que todavía estamos muy lejos de una democratización real del acceso al conocimiento. Que las ventajas por haber nacido en un lugar y no en otro, en una familia y no otra tienen, aún, un peso demasiado grande. 

Este hecho no es una cuestión de interés exclusivo de los pedagogos y psicopedagogos. Es un problema social que afecta a todos los ciudadanos, todos los miembros de la comunidad. A los que van y a los que no van a la universidad, pero también a los que vemos como cerca del 90% de los jóvenes hijos de familias que no tienen estudios universitarios no llegan a la Universidad. Y no por elección personal libre y voluntaria.

Pero a parte de análisis sociológicos, económicos o de otros tipos, creo importante que desde los profesionales de la Pedagogía demos nuestra respuesta.

La correlación 1 a 9 frente la correlación 1 a 2 manifiesta de forma evidente que el nivel de estudios de los padres tiene un peso muy importante en el recorrido económico académico del alumno/a y en su planteamiento vital en el momento de optar por ir hacia una formación universitaria o no.

Años atrás, pienso en los últimos años de la década de los setenta, se fijaban como elementos democratizadores de la educación garantizar los siguientes aspectos:

  • Educación preescolar universal.
  • Aumentar la educación escolar obligatoria, primero hasta los 14 años y después hasta los 16.
  • Disponer de una política de becas eficaz.
  • Garantizar el transporte escolar a las zonas rurales.
  • Garantizar el acceso a las fuentes de información y del conocimiento (en esos momentos los libros y las enciclopedias) a todos los alumnos.

Y todo esto porqué se era consciente que el ambiente cultural familiar, la valoración que la familia hacía de la escuela y del saber era fundamental para garantizar una mayor motivación del niño y del joven.

Hoy la extensión de la educación preescolar es mucho más amplia que en aquella época, a pesar de no haber alcanzado los niveles de cobertura deseables, los libros han dejado de ser la fuente del conocimiento e Internet ha universalizado el acceso al conocimiento. En España el 54% de la población tiene Internet en casa y prácticamente todas las escuelas disponen de ordenadores y acceso a la Red. En Catalunya el 73% de los hogares tiene ordenador y el 68% tiene Internet en casa mayoritáriamente con acceso de banda ancha.

 Pese este proceso éstos son los datos de fracaso escolar en 2007 [1]:

Año

Clase Alta

Clase Mediana

Clase Obrera

Clase Agraria

1981

7’7

21’0

44’2

52’6

1997

3’8

6’9

10’5

16’1

2007

5’8

17’9

24’4

31’4


Como se ve las diferencias en el fracaso escolar entre la clase Alta y la Obrera o la Agraria se han reducido gracias a las acciones implementadas, pero siguen siendo significativas. La clase media tiene 3 veces más fracaso que la alta, la obrera 4 veces más y la agraria 5’4 veces más.

A pesar de que en los últimos tiempos una organización como la CEOE se ha atrevido a apuntar que las causas del fracaso escolar son más genéticas que de otro orden, y como que estas manifestaciones o bien consideramos que se contestan solas o las damos por contestadas, por ejemplo con el artículo publicado en la prensa, El País del 27 de Junio de 2011 [2], por Beatriz Salzberg, creo que como Pedagogos/as y Psicopedagogos/as debemos hacer una reflexión y buscar elementos que permitan minorar los índices de fracaso escolar.

No parece que estemos en épocas donde las becas, la extensión del preescolar a más niños y medidas de este estilo se proyecten poner en práctica. Por tanto, y de manera independiente a no resignarse con los recortes, tendremos que buscar herramientas para qué los/las profesores/as y los/las maestras consigan mejores resultados en su actividad diaria.

Y creo firmemente que si los pedagogos/as y psicopedagogos/as no somos agentes muy activos en la búsqueda e implementación de medidas “pedagógicas”, a parte de las económicas y políticas que podemos recomendar/reivindicar, estaremos haciendo un desistimiento de las funciones que alguien llenará. Quién mejor que los profesionales de la pedagogía y de la psicopedagogía para analizar las causas de este hecho y proponer al mundo escolar herramientas y estrategias educativas para aplicarlas con los niños y jóvenes, tanto de manera individual como colectiva, como con las familias y con el resto de agentes que intervienen con los niños y jóvenes.

Este hecho no es un problema tan solo de los pedagogos/as y psicopedagogos/as, pero si nosotros no somos profundamente activos delante de esto nos alejaremos, todavía más, del respeto profesional que pedimos pero que no sabremos merecer.


 
[1] Estos datos están publicados Aquestes en el libro Fracàs Escolar? La Solució inesperada del gènere i la coeducació de Daniel Gabarró i Berbegal y publicado en la Editorial Boira. Este autor cita como fuente de estos datos: “Les dades les publica el mateix José Saturnino Martínez García a l’article citat de El Viejo Topo de novembre de 2007. Estos datos, que incluyen los últimos veinticinco años, están obtenidos mediante la explotación de la Enquesta de Població Activa (EPA), elaborada por el INE. Como indicador de fracaso escolar se ha cogido el no haber completado la enseñanza obligatoria a los 19-20 años. Cabe señalar que este indicador es ligeramente diferente a los habitualmente utilizados, pero permite mantener una serie de datos homogéneos a lo largo del tiempo y ibtener informaciones sobre la familia y su clase social”.
 

(1) El artículo puede ser reproducido siempre que se cite la fuente y el autor.

Fecha de publicación: 1/10/2011