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UNA NUEVA MANERA DE MIRAR LA PEDAGOGÍA SOCIAL

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UNA NUEVA MANERA DE MIRAR LA PEDAGOGÍA SOCIAL
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XAVIER ÚCAR MARTÍNEZ
Colegiado núm.186
Barcelona, 25 de mayo de 2012

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Si se piensa la pedagogía social como un objeto híbrido, interdisciplinario, interprofesional, complejo, abierto, dinámico, cambiante, vivo y extraordinariamente versátil, lo que era visto con déficits puede convertirse en fortalezas y posibilidades. Así somos las personas y las comunidades; así es y funciona lo social; así es como tiene que ser una pedagogía que pretenda ser social.

Pretender estudiar la pedagogía social en la actualidad supone enfrentarse a un cúmulo diverso y heterogéneo de preguntas que, no sólo no pueden tener respuesta -o, al menos, no una respuesta fácil- sino que no hacen otra cosa que abrir la puerta a nuevos interrogantes. ¿A qué obedece, por ejemplo, el interés manifiesto que, a lo largo de estos últimos años, está despertando la pedagogía social en todo un conjunto de países que nunca se habían ocupado de ella? Los países latinoamericanos y, sobretodo Inglaterra, en el marco europeo, están entrando con fuerza en el estudio, análisis y aplicación de estas ideas y prácticas que vieron la luz en Alemania hace poco más de un siglo y medio. ¿A qué se debe este interés por la pedagogía social? ¿Qué es lo que han visto en la pedagogía social para pensar que puede ser útil en el abordaje o la resolución de las situaciones y problemáticas que viven en sus respectivos países?

En el caso de Inglaterra la respuesta a estas cuestiones se podría sintetizar señalando que los planteamientos prácticos, inclusivos y holísticos –asistencia y educación combinadas- de la pedagogía social pueden mejorar, en aquel país, la asistencia que se dispensa tradicionalmente a niños y jóvenes en los centros residenciales de menores. Respecto a los países latinoamericanos el interés por la pedagogía social se está produciendo con una fascinación parecida a la generada en la España de los 50-60, del pasado siglo, sobre las ideas y metodologías de intervención sociocultural y educativa que llegaban de Alemania, Francia o Inglaterra. Las problemáticas sociales y culturales -derivadas de la postguerra y la dictadura- y una falta de profesionales, conocimientos y metodologías de trabajo para tratar con ellas, generaron, en la España de la época, un estado de ánimo apto para la importación de conceptos y metodologías de unos países que se percibían, entonces, como mucho más avanzados. Es muy probable que en Latinoamérica se esté produciendo una situación similar.

La bibliografía científica en inglés de la última década está llena de preguntas y dudas sobre la importación de la pedagogía social al contexto anglosajón. Preguntas y dudas que parecen razonables si se tiene en cuenta que la historia de la pedagogía social, tanto en Alemania como en otros países que -más o menos tempranamente- importaron, ha seguido una trayectoria llena de irregularidades. No solo aparece, desaparece y reaparece –como ha sucedido en Alemania- sino que (1) asume diferentes formas según los países en los que se desarrolla; (2) se confunde, identifica o diferencia de otras disciplinas y profesiones sociales[2], también de forma diversa según los países; y, por último, (3) parece no acabar de estar del todo claro qué es, qué pretende conseguir y cual es su función social.

De especial interés me parece la pregunta sobre la exportabilidad de la pedagogía social. Y creo que el hecho que haya estado exportada a otros países, como España o los países nórdicos, no proporciona una respuesta suficiente. En realidad, aquella pregunta pone sobre la mesa la cuestión nuclear, a un tiempo teórica y práctica, del peso  específico que tiene el contexto sociocultural y político en el desarrollo de las personas. Más en profundidad, nos obliga a interrogarnos sobre la cuestión de la universalidad o no de los propios procesos de crecimiento, desarrollo y maduración personal. En otros términos: ¿pueden ejercer cada uno de los contextos socioculturales humanos una influencia tan fuerte y específica que borre, desdibuje o diferencie la humanidad común que todos los seres humanos compartimos? Esto es lo que vendría a sostener o defender una pedagogía social que fuera totalmente diferente en función del país o de la cultura concreta en la que se desarrollase. Una pedagogía social que fuese, en consecuencia, no exportable.

Pese a la fascinación despertada, existen muchos desacuerdos y polarizaciones entre los autores sobre lo que pueda ser la pedagogía social. ¿Es una ciencia, una práctica, o las dos a la vez? ¿Es posible definir un núcleo organizador, transdisciplinar y transcultural, de la pedagogía social o, como sostienen algunos académicos, es necesario definir tantas pedagogías sociales como contextos culturales y disciplinarios? Se escriben tantas cosas y tan diferentes en relación a todas estas cuestiones que se podría pensar que la pedagogía social no tiene sentido -en tanto que disciplina o campo de acción socioeducativa- porqué no tiene un núcleo -sea teórico, metodológico o práctico- clara y unívocamente identificable. Los propios protagonistas de estas cuestiones, los académicos y los prácticos, tenemos sobre este tema discursos diferenciados y a menudo contrapuestos. ¿Qué tiene de singular, de especial o de diferente la pedagogía social para que no consigamos ponernos de acuerdo ni siquiera los que nos ocupamos de ella?

Parece ser que lo que caracteriza hoy a la pedagogía social son más las preguntas que las respuestas. Se podría afirmar también que, al menos en nuestro país, está más estructurada por las acciones que se han ido desarrollando en su marco a lo largo de las últimas décadas (animación sociocultural, educación de adultos, especializada, etc.) que por las teorizaciones que las explican, las fundamentan o le otorgan sentido.

Desde mi punto de vista son demasiadas dudas, inconsistencias y problemáticas para caber juntas en un concepto, una disciplina o una práctica como la pedagogía social. Intuyo que nos estamos enfrentando a algo muy complejo con perspectivas y herramientas demasiado simples. Me parece que no se puede intentar limitar una cosa que, por su propia naturaleza, no tiene límites ni tampoco pretender conseguir instantáneas de aquello que, también por naturaleza, es dinámico, móvil y contínuamente cambiante. Y esto es, precisamente, lo que define y caracteriza la pedagogía social. Creo que tenemos que plantear nuevas estrategias para comprender que es y como funciona la pedagogía social: el dinamismo, la mobilidad y el cambio. La historia apunta al hecho que es un concepto, una disciplina y una práctica híbrida en la que confluyen muchos y muy diversos aspectos y dimensiones.

Creo que es preciso repensar la pedagogía social con nuevos planteamientos que posibiliten una mirada diferente. Quizá cambiando de perspectiva sea posible descubrir que las polarizaciones, inconsistencias y contradicciones que los autores han apuntado respecto a la pedagogía social no son nada más que el resultado de la inadecuación de las herramientas con las que la han interpretado. Aquellos supuestos déficits les llevan a decir que la pedagogía social no es todavía una “ciencia madura” porqué no está sustentada por una “teoría específica” ni tiene tampoco un “método propio”. Creo que no se puede intentar comprender un objeto complejo con herramientas simples porqué los resultados serán siempre incompletos e insatisfactorios.

Si, por contra, se piensa la pedagogía social com un objeto híbrido, interdisciplinario, interprofesional, complejo, abierto, dinámico, cambiante, vivo y extraordinariamente versátil, lo que era visto como déficits puede convertirse en fortalezas y posibilidades. Así es como somos las personasy las comunidades; así es como es y funciona lo social; así es, por último, como debe ser una pedagogía que pretenda ser social. Vista de esta manera es fácil comprender porqué resulta una perspectiva tan atractiva para abordar las problemáticas personales y comunitarias actuales. La complejidad de la pedagogía social cuadra bien con la complejidad inherente en lo social.



(1) El artículo puede ser reproducido siempre que se cite la fuente y el autor.

[2] Trabajo social; educación social; animación sociocultural, etc.

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Fecha de publicación: 25/5/2012