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T. CASTILLO: PEDAGOGÍA Y SALUD SE UNEN PARA PALIAR ESTADOS DE ANSIEDAD Y DUELO

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Toñy Castillo Meléndez [i]
Colegiada núm. 1326
Lleida, abril de 2020

La pedagogía lo es todo, sin ella, no existen aprendizajes y responsabilidades compartidas. Hoy no nos podríamos plantear la salud sin la función pedagógica que emana y que de ella se desprende. La vida es pedagogía en estado puro, ¿como si no íbamos a parar la situación difícil en la cual vivimos?

Estamos delante de una situación la cual no hubiéramos podido imaginar hace un par de meses. Seguramente los docentes estábamos ilusionados con el final de trimestre que se presentaba con la más absoluta normalidad. Terminando trabajos, iniciando las nuevas propuestas para que al llegar a las vacaciones de Semana Santa todo estuviera en orden. Nuestros alumnos con las notas colocadas, los cuadernos ordenados y los nuevos proyectos ante el tercer trimestre pautados… Pero la vida, a veces te vive por ti y rompe toda aquella normalidad aparente...

Estamos delante de un nuevo escenario educativo en el cual el día día nos da las pautas para seguir los días siguientes. Ahora esperamos ilusionados en poder retomar nuestras labores docentes, tal y como lo hacíamos con anterioridad a la pandemia a nuestras clases, y volver a sentir el calor de los alumnos y alumnas en las aulas que adormecidas esperan un despertar ansiado, lugar donde deberes, timbres de entradas y salidas nos marquen que la vida transcurre según lo previsto. Estamos en un tiempo de reflexión, de valorar las pequeñas cosas y de reconocer que la salud es la primera necesidad de todo ser humano.

Pedagogía y salud se dan la mano hoy y siempre, y su reconocimiento como tal, se hace necesario más que nunca, en estos tiempos donde el acercamiento personal no es posible, pero afortunadamente, tenemos la convicción de que el estar cerca de las personas va más allá del puro contacto físico. Hemos de seguir estando cerca de las personas, y enviar propuestas mediante otros caminos que hagan que nuestros alumnos y alumnas sientan el no aislamiento. Parte importante es seguir con nuestros hábitos cotidianos y rutinas que nos devuelvan el esmero de la esperanza para intentar retomar, en un tiempo no lejano, nuestros hábitos.

Hoy no nos podríamos plantear la salud sin la función pedagógica que ella emana y que de ella se desprende. La vida es pedagogía en estado puro, como si no: ¿íbamos a parar la situación difícil en la cual vivimos?

 Pedagogía es lavarse las manos porque nos han enseñado que con esta práctica evitamos el contagio. Pedagogía es quedarnos en casa y cuidar las reglas que nos hacen garantizar la posibilidad de tener salud. Pedagogía es lo que se está haciendo en los hospitales enseñando a los pacientes y pidiéndolos a todos y todas… la responsabilidad del autocuidado.

La pedagogía es el arte de la enseñanza y en tiempos en los cuales vivimos, tenemos la suerte de estar cumpliendo con todas aquellas actitudes pedagógicas que nos están haciendo estar sanos.

Hablar de enfermedad no siempre es un tema fácil, ya que cualquier situación de no salud provoca una serie de trastornos a nivel parcial o global en la persona. Estamos en un mundo donde parece que tener salud es lo cotidiano y que sólo al enfermar un familiar, un amigo o nosotros mismos, tomamos conciencia de las necesidades y carencias que, por la condición de estar enfermos, sufrimos.

Un proceso de enfermedad aguda o crónica o muerte, comporta modificaciones en la vida del niño[ii] y sus familias, que derivarán en mecanismos de defensa y cambios de actitud, pudiendo producir una rotura en la estabilidad familiar, en sentido amplio.

Los niños necesitan seguir con su normalidad en la medida de lo posible, y es necesario un esfuerzo por parte de todos para comprender que el niño es niño y, como tal, ha de tener cubiertas las necesidades vitales, emocionales, afectivas y educativas en cualquier entorno y situación en la que se encuentre.

Estamos delante de una situación no vivida con anterioridad, el miedo, las noticias llegadas de países cercanos y propios, así como, los acontecimientos derivados por el coronavirus rompe con todo lo habitual para el niño. El miedo y la desprotección emocional pueden llevarle a situaciones de conflictos internos. Los padres, y el entorno en general, deben ser puntos de referencia que le ayuden a dar seguridad.

Los estímulos vividos estos días de tensión física, psicológica o social pueden ocasionar una alteración en el equilibrio adaptativo del niño y su entorno. En estos casos pueden producir una bajada de las defensas psicológicas y las herramientas de adaptación conductual y social pueden sufrir alteraciones. Las enfermedades y en concreto la pandemia en la cual estamos inmersos suscitan preocupaciones, angustias y desconfianzas en los niños y sus familias. Desestabilizan la situación de “normalidad” y provocan pérdida de seguridad, influyendo de manera directa sobre los estados de ansiedad. No olvidemos, que las diversas patologías que conllevan ingresos en centros hospitalarios aumentan de manera notoria la intranquilidad del entorno cercano al niño, convirtiéndose en una experiencia compleja que puede causar desorientación ante el nuevo contexto en el que se encuentra. Cualquier situación de no salud provoca una serie de trastornos a nivel global o parcial en la persona.

En situaciones de enfermedad, cada individuo tiene estímulos diferenciados, y ello comporta respuestas diferentes dependiendo del propio proceso de lucha a diversos niveles (orgánico, emocional, ambiental). Cuanto menor es la edad del niño, podemos encontrarnos con un mayor grado de indefensión psicológica, pudiendo tener manifestaciones verbales/no verbales en las cuales quedan patentes niveles de ansiedad. En el entorno de la enfermedad de un hijo es necesario el establecimiento de apoyo emocional a los padres con la finalidad de transmitirles tranquilidad y crear un clima de confianza. Así se intenta reducir el miedo y la ansiedad que produce la patología, ayudándoles en la adaptación al proceso hospitalario.

El sistema educativo ha de realizar aquellos reajustes necesarios para asegurar la educación del niño “La suspensión temporal de la continuidad supone la alteración en el ritmo de aprendizaje que puede desencadenar numerosas repercusiones a corto y largo plazo, que tal vez se agraven en algunos de los niños como consecuencia de las secuelas de la enfermedad vivida o convivida produciendo impacto sobre sus capacidades de aprendizaje. Para paliar los efectos negativos sería conveniente considerar: [iii]

  • Punto de partida
    • Pedagogía y salud han de trabajar de manera conjunta en la evolución del proceso en el cual vivimos. Unir pedagogía y salud es trabajar bajo un modelo de intervención basado en el niño/a/adulto como ser, como un sistema, donde la actitud es el principal artífice para una mejoría en el enclave emocional ante la pandemia.
  • Ideas básicas
    • La afectividad, la empatía y el conocimiento de la patología favorecen el grado de corresponsabilidad, potenciando y motivando el grado de implicación en el proceso. 
  • El niño como niño
    • Las personas como seres distintos, únicos, y es por eso que en situaciones concretas, cada una de ellas responde con una actuación diferenciada.
    • La persona es un todo, algo global; y es necesario partir de la intersección de pedagogía y la salud como un recurso a la estabilidad emocional para contribuir de esta manera a una mejora anímica en general y, en consecuencia, a un mejor estado de bienestar."
El niño/a/adulto es un ser de por sí abierto y sensible a lo que ocurre en su medio, tanto más delante de las enfermedades. En multitud de ocasiones, el desconocimiento de lo que comporta las diferentes patologías provoca en los niños una situación de angustia y de impotencia hacia las mismas. Ante un proceso de enfermedad, la información dada ha de ser clara, didáctica y entendedora, evitando los tecnicismos e intentando marcar las pautas claras sin asumir una posición de protección.

Proteger a niños/as no debe significar mantenerles al margen, sino adaptarse a su condición y necesidades:

  • Adaptar el modo de comunicar la información al estadio evolutivo del niño no tiene por qué significar dar menos información, sino darla del modo adecuado.
  • La información en sí misma no hace daño al niño, sino el modo e implicaciones que ésta tiene. Una de las claves de la intervención pedagógica ha de ser garantizar las herramientas en su entorno para poder afrontar situación que ha de asumir.

En relación a su seguimiento educativo habría de ser en caso de ser posible:

  • Estar conectado a su centro de origen. Participar de forma directa, activa y a tiempo real, en la enseñanza impartida por sus profesores, en su centro escolar.
  • Mantener el contacto directo con las personas de su entorno escolar (maestros, compañeros o amigos).
  • Favorecer una verdadera integración socio-afectiva permitiéndoles seguir participando, aunque de forma virtual, en las actividades de su grupo social, que es la clase. -En todo este proceso es importante tanto la figura del profesor-tutor de la escuela a la que pertenece el alumno, incluyendo al alumno hospitalizado-,
  • Dotar de un sistema de videoconferencia que permita a los niños en sus casas u hospitalizados seguir a distancia y en tiempo real las clases de su curso lectivo.

No se habría de renunciar a:

  • Potenciar la salud y el bienestar del niño y de su familia durante el tiempo de confinamiento u hospitalización.
  • Favorecer el desarrollo personal y social del niño.
  • Ofrecer a las familias espacios de encuentros virtuales.
  • Potenciar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación.
  • Tener en cuenta las peculiaridades de cada niño y los ritmos de aprendizaje de cada uno para adaptar los métodos y recursos a las diferentes situaciones, aplicándolos a las nuevas propuestas de trabajo en actuaciones de sus vidas cotidianas.

Sería conveniente:

  • Proporcionar información al niño, niña… sobre el momento del proceso de aprendizaje en el que se encuentra, clarificando los objetivos por conseguir, haciéndole tomar conciencia de sus posibilidades, de las dificultades por superar y proporcionando la construcción de estrategias de aprendizaje motivadoras. La participación de los padres o hermanos en las actividades ayudan una mejora del estado emocional de los más pequeños. También pueden organizarse actividades protagonizadas por los padres o algún otro familiar a partir de las propias.
  • Las actividades que se realicen han de ser funcionales, los aprendizajes han de ser útiles para la vida.
  • La normalización. El niño necesita, pese a que ahora estén casa o el hospital, sentir a sus compañeros cerca.
  • La enseñanza individualizada y personalizada. Siempre hay que tener en cuenta las características individuales del alumno. Las actividades tienen que estar adecuadas a su nivel escolar, a sus intereses, a su situación afectiva y de salud física o emocional.
  • La socialización. Es importante fomentar conductas en relación al grupo de iguales.
  • La acción participativa. Es preciso que todas las personas que giren alrededor del niño durante en confinamiento o proceso de hospitalización (personal sanitario, profesores, padres) puedan participar de las actividades, ya sea en su preparación como en su desarrollo.

La educación ha de estar donde este un niño, un joven… y es responsabilidad de todos velar por su salud, física y emocional mientras todos recuperamos nuestras vidas.

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[i] Toñy Castillo Meléndez, doctora en pedagogia, coordinadora del Grup de Recerca Pedagogia i Salut del Col·legi de Pedagogs de Catalunya http://www.pedagogs.cat/reg.asp?id=4543&i=ca, directora de l’Aula Hospitalària Dr. Antoni Cambrodí de l’Hospital Universitari Arnau de Vilanova de Lleida. http://aulahospitalariadrantonicambrodi15.blogspot.com/2019/02/la-dra-tony-castillo-melendez-ha-tomado.html, col·legiada 1.326
[ii] Se utiliza el genérico en todo el documento; al hablar de niños, se hace referencia a niños y niñas.
[iii] Castillo (2004). Bayés, R. (2001)

Fecha de publicación: 25/4/2020