PUNTO Y SEGUIDO EN EL ACOMPAÑAMIENTO DEL PROYECTO VITAL DE LAS PERSONAS

Poner en valor el docente dual [1]

 

Aina Flores Hidalgo [2]
Colegiada núm. 1528
Barcelona, abril 2018
 

Comprender emociones del alumnado de PFI; enseñar que el mundo no es enemigo; gestionar toma de decisiones; identificar el conocimiento de sí mismo. Una dualidad mágica: como orientadora impulsar la autonomía del proyecto vital, como docente explicar contenido aplicable a perfiles profesionales

 

 

Boli y libreta nueva. Lista de nombres y apellidos entre las páginas.

 

Me viste la mejor ropa de presentación. La primera impresión cuenta hasta que pueda abrir boca.

 

Después, mi discurso será el valor añadido en el aula.

 

Todo a punto.

 

Hoy empiezo como docente en los Programas de Formación e Inserción (PFI).

 

Estaré a cargo de jóvenes de 16 a 21 años que prefieren una vía más profesionalizadora, que no continuar con conocimientos genéricos, como la Educación Secundaria Obligatoria. Acaban las 1000 horas especializadas en actividades laborales muy concretas, con la adquisición de competencias técnicas que les exige el mercado de trabajo para poder ejercer como profesionales.

Los alumnos de PFI necesitan conocimientos específicos, pero, a la vez, reforzar y potenciar su proyecto vital, que se desarrolla con la continuidad de los estudios hacia la formación profesional y conseguir proponerse más objetivos de futuro.

 

Mi rol y trayectoria profesional ha avanzado hacia otro acompañamiento. Soy orientadora, mi vocación, mientras inicio un paso adelante como docente.

 

Meses antes, pisaba las aulas de secundaria o bachillerato, pero como orientadora externa al centro.

 

En aquel tiempo, los alumnos alucinaban con la explicación sobre el objetivo profesional, aunque fuera sólo un día al año y pocas horas. Despertando la curiosidad sobre como conducir sus decisiones de futuro, me exprimían al máximo, hasta que el timbre marcaba el fin de clase.

 

Cada día generaba dudas, pero no tenía el placer de ver cerrar ninguna. Cuando menos, era una orientadora nómada.

 

Poder comprometerme con el acompañamiento de las personas, ha sido siempre dentro de mis propósitos.

 

Madurar la decisión requiere un tiempo largo de dedicación.

 

Apoderarlos para digerir las dificultades y las buenas nuevas que surgen cada día.

Hoy, día 0, detrás la puerta del aula, podré disfrutar de enfrentarme a la continuidad y seguimiento individual.

 

Hablo de estar mano a mano con los altibajos emocionales del alumnado de PFI; enseñarlos a comprender que el mundo no actúa como enemigo; gestionar cambios de objetivo cuando se sientan perdidos en las decisiones; identificar la falta de conocimiento de sí mismos; enseñarlos a no despreciar su propio perfil; trabajar en la gestión de las malas palabras recibidas en el pasado.

El reto se pone interesante. Es una dualidad necesaria.

 

Por un lado, como orientadora, impulsaré la gestión y autonomía del proyecto vital de los alumnos y, como docente, explicaré contenido aplicable a sus futuras tareas profesionales y, formar perfiles competentes.

 

El valor añadido es generar espacios para dudas y debates, sin guion. Propongo que sea espontáneo, que ayude al alumnado a expresar sus inquietudes vitales y profesionales sin que el timbre de clase cierre nuestra conversación por siempre jamás. Abiertos al diálogo, siempre.

Creo que esta dualidad es pura magia, mientras el resto de la comunidad educativa pueda pensar que los docentes -duales-, somos simples 'muggels'.